El lector no es un ente único

Me molesta mucho cuando leo afirmaciones del tipo “el lector cerrará tu libro si escribes eso, al lector no le gustará si escribes así”, como si hubiese un único lector, como si fuese un ente único.
He dicho que me molesta, pero podría decir que me cabrea -no voy a usar palabrotas porque quiero parecer una chica fina-. Me cabrea porque, aunque no lo parezca, están hablando de mí y no dan ni una. Hablan de mí y de ti, nos agrupan a todos en ese ente único plano y desaborío asignándonos una imagen de juez exageradamente exigente que da al escritor apenas unas pocas líneas de margen antes de cerrar su libro para siempre.
Hartita me tienen, oiga.
No soy así, no somos así. Los lectores, en plural, somos muy flexibles. Todos hemos leído más de un libro pensando que en algún momento llegará la acción, el meollo, que algo tiene que pasar, pero nada sucede y, aun así, seguimos leyendo hasta el final.
Algunas veces, nos decepcionamos; otras, nos alegramos de haber terminado la lectura porque el final nos sorprende. Nunca habrá sido una pérdida de tiempo, sobre todo si somos escritores. Sí, leemos los libros más allá del primer párrafo, del primer capítulo, de la primera mitad. Hablo en general, por supuesto, porque hay lectores exigentes que no pasan del principio, pero parece ser que son los menos.
No terminamos todos los libros que caen en nuestras manos, lo sé. Seguro que todos tenemos algún libro que no hemos terminado. Lo hemos intentado, le hemos dado más de una oportunidad, pero se nos ha atragantado y no hay manera de retomarlo. Puede que, incluso, nos sintamos mal por dejarlo así, en coitus interruptus, pero no vamos a encontrar el momento de volver a sus brazos, por muy famosos y recomendados que sean.
No es lo que dices, sino cómo lo dices
Si perteneces a ese grupo que se dedica a dar consejos o cursos de escritura en plan “nunca hagas esto, haz siempre lo otro o el lector cerrará tu libro y no volverá a leer nada tuyo”, te vas a ver identificado en este artículo y no te va a gustar. Lo siento, pero a mí tampoco me gusta que hablen de mí como lectora sin conocerme, sobre todo si me pintan tan borde y me obligan a ser parte de ese ente único abstracto y sin personalidad.
Entendemos el mensaje que quieres transmitir, pero expresarlo inventándote un ente lector que será implacable con los escritores, no funciona conmigo, y me consta que tampoco funciona con muchos otros, avisadito quedas.
Lo que consigues cuando das afirmaciones tajantes diciendo “que viene el coco lector” es que yo deje de leer tu blog, ver tus vídeos, escuchar tus podcasts. Fíjate que he dicho yo, porque no me hago responsable de lo que hagan los demás.
A ver, no es cierto del todo. No te borro de mi mapa, ni lanzo dardos a tus fotos, principalmente porque aprecio la pantalla de mi portátil, pero es cierto que pierdo interés en lo que me cuentas porque, en mi opinión, pierdes credibilidad.
Como escritora novel que seré toda mi vida, no me gusta que me den órdenes, pero algunos se empeñan en sentar cátedra de manera tajante. No lo hagas, por favor.
Como lectora, no me gusta que me adjudiquen el papel de mala malosa.
No cambies el mensaje; cambia tu manera de transmitirlo. Es una sugerencia, claro, porque seguro que a muchas otras personas les encanta cómo lo dices. Pensándolo mejor, ¿sabes qué? Sigue así. Tus órdenes son mi motivación para rebelarme, crear, experimentar y salirme de la norma.
Verás, el LECTOR, el de verdad, es muy variado y flexible. No va por ahí cerrando libros durante la primera página, durante un diálogo no perfecto, durante un principio sin acción que habla del tiempo.

¿Por qué dejamos un libro?
Resulta que Google Reads ya se hizo esa pregunta hace un tiempo y decidió preguntar a los lectores. Mira qué bien, porque me ahorra trabajo. También he leído y recopilado información de otros artículos, unos cuantos, como siempre, para hacerme una idea y llegar a la conclusión de que tengo razón cuando digo que los lectores no abandonamos libros así como así. Es más complejo.
Por ejemplo, a los escritores nos dicen que no abusemos de adverbios, de adjetivos. Sin embargo, a muchos lectores les encantó El Perfume por su historia, por sus descripciones; a otros no nos gustó nada precisamente por eso, por el uso exagerado de adjetivos, pero lo hemos leído hasta el final.
Leer hasta el final
En general, un lector intenta leer hasta el final, sobre todo -esto es importante- si ha comprado el libro. Parece que duele más dejar la lectura a medias si has pagado por ella. También se pone esfuerzo en leer libros que nos han regalado.
A la mayoría de los lectores no les gusta dejar libros sin terminar, se sienten mal, como si traicionasen al libro y al escritor. Suelen ser, sobre todo, los lectores jóvenes los que más empeño ponen en llegar al final de la historia.
Los lectores que llevan ya años leyendo, se esfuerzan por perder ese sentimiento de traición y aprenden a dejar lecturas porque, según han comentado, no tiene sentido empeñarse en leer un libro que no les gusta cuando hay otros libros fantásticos esperando ser leídos. Hay que aprovechar el tiempo y leer lo que nos hace disfrutar, en lugar de empeñarnos en terminar algo en lo que ni siquiera ponemos atención y sólo estamos pensando en llegar a la última página.
Llegar a la mitad
Un buen porcentaje de lectores intenta, al menos, llegar a la mitad del libro. Si en ese punto, la historia sigue siendo mediocre, lo dejan.
Es interesante saber que muchos lectores, aunque no lleguen al final de nuestro libro, nos darán la oportunidad hasta la mitad. Comentaron que, en ocasiones, los principios flojos no son señal de historias flojas, por eso van más allá. Sin embargo, para estos lectores, si a la mitad no ha pasado nada o no les ha enganchado de alguna manera, se acabó.
Algunos de esos libros se quedan en el rincón “no he podido contigo ahora, pero te daré otra oportunidad en otro momento de mi vida”. Si no recuerdo mal, todos los lectores reconocían que un libro que no te atrae ahora, puede gustarte dentro de tres años porque tus circunstancias, tu estado de ánimo, han cambiado. Por eso hay libros que quedan en espera de ser terminados.
El primer capítulo
Hay lectores, aunque son menos, por suerte, que no pasan del primer capítulo. Todos pasan del primer párrafo, menos mal, pero si el primer capítulo no les gusta, cierran el libro y a otra cosa, mariposa.
Este dato es importante para los escritores en vías de aprendizaje, lo que nos incluye a todos, porque nos meten ideas del tipo “el primer párrafo tiene que enganchar, la primera frase tiene que ser explosiva o el lector cerrará el libro”, pero es mentira. El lector llegará, por lo menos, hasta el final del primer capítulo.
Lo he intentado, de verdad, pero no hay manera
El lector, en esta ocasión como ente único -por contradecirme a mí misma-, tiene algún libro que ha intentado leer varias veces, pero no hay manera. Suele suceder con esos libros de los que todo el mundo habla, libros clásicos que muchos ponen como referencia literaria.
He dicho antes que todos tenemos nuestra pequeña lista negra de “libros que he intentado leer, pero no hay manera”, aunque las razones que nos llevan a cerrarlos no suelen ser tan estrictas como las que nos cuentan a los escritores aprendices. Normalmente, el ¿problema? con estos libros suele ser el lenguaje utilizado porque son libros antiguos cuya narrativa es diferente a la actual, las descripciones, las historias que nos cuentan, las altas expectativas que nos crean.
Faltas de ortografía, diálogos sin sentido
Hay algo en lo que los lectores nos convertimos en ese ente único, y es en un libro con faltas de ortografía desde el principio, un libro que se nota que su autor no lo ha cuidado con mimo, que no ha invertido en él ni tiempo ni dinero. ¿Por qué, entonces, debería invertirlo yo?
Diálogos largos que no dicen nada, que no hacen avanzar la historia. Historias mil veces contadas desde el mismo punto de vista, sin cambios, sin nada original. En fin, un aburrimiento que me hace leer en diagonal para abandonar antes de llegar a la mitad.
Y termino ya
Espero que tú hayas leído este artículo hasta el final, que te haya parecido interesante, que no me hayas leído en diagonal.
Creo que he dejado claro, aunque sin cifras, que los lectores somos muy diferentes y que no se puede hablar de el lector como si fuese una única persona con gustos únicos.
¿Qué tipo de lector eres tú? ¿Hasta donde llegas cuando el libro no te está gustando?
Imagen con el título: Isabel Veiga López
Foto del libro: Image by Pezibear from Pixabay

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3 Comentarios
Iramesoj
Es verdad, no todos los lectores somos iguales.
Sí que es cierto que puede haber formas de escribir que no gustan a un gran número de lectores, y si se escribe de esas maneras, exista un riesgo algo de que el lector abandone.
Pero eso no quita con que lo de “al lector no le va a gustar” se use en demasía. Desde mi limitada experiencia, yo también he encontrado esa frase en alguna persona que hace críticas destructivas de algunos de los textos que lee. Me refiero a personas quisquillosas que son capaces de decir que un texto es una basura, o algo igualmente hiriente. Y que no dirán que un texto es una basura porque tenga fallos evidentes (por ejemplo, mal uso de signos de puntuación, faltas de ortografía, etc). Me refiero a cosas como, por ejemplo, que en una novela histórica sobre Hernán cortés haya un tsunami y los personajes mencionen esa palabra. Ciertos críticos dirán que Tsunami es una palabra japonesa y que seguro que Hernán Cortés y sus marineros no la usaban (y que por lo tanto el texto es lamentable). Si tú le argumentas que es una novela contemporánea y que hablan con el español del siglo XXI, ya que si estuvieran todo el rato diciendo “voto a bríos vuesa merced por Santiago y cierraespaña” puede hacerse tedioso, te dirá que el lector cerrará el libro de inmediato si ve a Cortés diciendo tsunami.
En fin, hay quien generaliza demasiado, sí. Y eso es peligroso.
P.D: Isabel, quizá con mi ejemplo pienses (o quizá no, no sé) que es un error poner a Cortés diciendo la palabra “tsunami”, pero esa no es razón para decirle al autor que su texto es lamentable/penoso/horrible/basura, ni para decirle que el lector va a cerrar el libro. Y si uno les dice “no puedo gustar a todo el mundo, es asunto del que cierra el libro y no mío, quien lo cierre por esa minucia), te tildan de chulo. De todos modos… y afortunadamente, apenas me he encontrado con este tipo de críticas, pero existir, existen
Isabel Veiga López
Bueno, Cortés puede decir “al loro, que se acerca un tsunami” dependiendo del género del texto. Si es histórico riguroso, pues no, claro, pero si es de humor o fantasía, puede decir lo que quiera 😀
Y tienes razón, ese detalle no es para decir que todo el texto es malo. Hay que saber matizar.
Un placer verte por aquí. Saludos.
PD: corregido lo del comentario anterior 😉
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