Tontas nostalgias de emigrante

Ayer por la mañana, antes de salir de casa, revisé cuánto dinero llevaba conmigo. Todavía necesito tiempo para calcular en una moneda extranjera.

Al echar las monedas en mi mano, me dio una extraña sensación de tristeza. Me quedé mirando todas esas libras y peniques, y eché de menos mis euros.

Fue apenas durante unos segundos, pero lo suficiente como para pensar en esas pequeñas cosas del día a día que nos recuerdan lo lejos que estamos de todo lo que nos era cotidiano. 

Una nostalgia tonta, una de tantas, lo sé, pero no lo puedo evitar. Tonta nostalgia de emigrante. Tonta emigrante con nostalgia.

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Este pequeño texto lo escribí a principios de 2013, recién llegada a Inglaterra (no, a Londres no). Esa tonta nostalgia me sucedió. Hoy en día, ya no pienso en los euros, pero hay otras nostalgias que no se van.

Las libras que aparecen en la imagen son antiguas, de la época de mi llegada, por eso no he sacado yo una foto de las monedas que tengo en casa.

Image by Adam Górka from Pixabay


Isabel Veiga López

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Dos libros (Volver a entender, A Friend of Dorothy Again), dos marcapáginas, en la arena, al lado de una estrella de mar.

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