Cuándo mostrar las descripciones

Este artículo está relacionado con El Anti-Relato. Mi sugerencia es que lo leas antes de continuar aquí, así tendrás tu propia opinión sin que la mía haya influido. ¿Te ha parecido un principio «enganchante», interesante, aburrido por debajo de mediocre? Si ya tienes tu crítica, puedes seguir leyendo este artículo. Bueno, y si no la tienes, también puedes seguir, claro.

Muestra, no cuentes. El tan manido mantra

Muestra, no cuentes. Si hablamos de descripciones, tenemos que mencionar esas tres palabras.

¿Que no cuentes? Pero si de eso se trata escribir, de contar historias. Pues sí, contamos historias, pero lo hacemos sin darle al lector toda la información. ¿Por qué? Porque el lector no es idiota y es capaz, él solito, de inferir toda la información que le proporcionemos a base de pistas.

Mostrar no es tan fácil como parece, aunque tampoco es difícil, y es una de esas cosas diferencian a un buen escritor de un… (estoy buscando adjetivos)… ¿aficionado, aprendiz? No son exactamente las palabras que busco, pero confío en que se entienda lo que quiero transmitir. No, yo no estoy —todavía— en la definición de buen escritor, aunque seguro que ya te habías dado cuenta.

¿Cuándo mostrar en las descripciones?

Las descripciones son necesarias, por supuesto. Ayudan al lector a ponerse en situación, a visualizar lo que está leyendo. Cuando describimos, estamos dibujando con palabras (un blog estupendo que te recomiendo).

Algunas veces necesitan ser contadas; muchas veces pueden ser mostradas. Depende de lo que estés escribiendo, podrás permitirte el lujo de describir todo o tendrás que economizar y no describir nada. Un haiku no te da espacio para descripciones, mientras que una novela te permite ponerte cómodo y mostrar todo lo que sea necesario. Si nos quedamos en el medio, la novelette, podremos describir, aunque lo imprescindible y eligiendo bien las palabras, porque tendremos que ahorrarlas y amortizarlas.

Mostrar o contar: cómo describir

Es importante pensar en lo que estamos describiendo y en qué queremos transmitir para usar los adjetivos correctos. Nos ayudará a llevar a la mente del lector la imagen que tenemos en la nuestra. Describiremos personas, paisajes, situaciones, emociones, olores, colores.

Lo que debes preguntarte es si debes describirlo todo y si debes describirlo con todo lujo de detalles.

Aunque escribas fantasía, no es necesario contar todo lo que hay en el mundo que has creado. Muestra el mundo, no lo cuentes, y no lo muestres de golpe en una página. No hace falta.

Tampoco es necesario usar mil adjetivos para una sola descripción. Sí, vale, el tipo ése que… el autor de El Perfume usaba párrafos enteros sólo con adjetivos, pero por eso hay tantas personas que opinan que se hacía aburrido. El lector no es tonto, con unas pocas palabras ya se hace a la idea de lo que quieres decir, si sabes decirlo, claro. (Fans de El Perfume, absteneos de opinar, por favor, que ya sé que encontraréis argumentos para decir que es un libro genial).

Un ejemplo de cómo no describir

En El Anti-Relato empiezo hablando del tiempo y describiendo el día. Uso varios adjetivos para dar sensación de buena descripción y de que tengo un vocabulario variado. Sin embargo, lo que estoy haciendo es usar sinónimos.

Afligido y apenado expresan lo mismo que triste. Si quería usar más de un adjetivo, debería haberme esforzado y buscar otros con un significado diferente. Por otro lado, esa descripción es subjetiva y es la opinión del narrador, no la del protagonista. No para todo el mundo son tristes los días de niebla.

En el segundo párrafo describo a Juanillo. No te muestro cómo es, te lo digo directamente. Al ser un texto tan corto, puede ser necesario no andarse con tonterías e ir directamente al grano. En ese microrrelato, la descripción de Juanillo no nos importa lo más mínimo porque no es relevante para lo que se cuenta -que es nada, recordémoslo-.

Antes de decir su edad en el segundo párrafo, ya sabemos que es una persona adulta porque el texto nos dice que tiene coche y conduce. ¿Es importante saber que tiene 42 años y no 44 o 38? En este caso, no. Obviemos, pues, el dato y usemos ese espacio para algo útil. Tampoco me interesa saber si es alto o de estatura media. Sin embargo, si por alguna razón, esa información fuese relevante, podría mostrarla de la misma manera que he mostrado que hablo de un adulto y no de un niño.

María se puso de puntillas para coger el paquete de café, pero ni así llegaba. Juanillo se acercó y, sin ningún esfuerzo, cogió el café e, incluso, el azúcar que estaba en la estantería superior.

No he dicho “Juanillo es alto”; lo he mostrado. De esta manera, no sólo damos la información que queremos, sino que estamos contando más cosas que pueden ser interesantes para la historia.

Una vez tratado el tema de las descripciones —como todos, este tema da para varios artículos— te digo lo de siempre: haz lo que te dé la gana. ¿Quieres describir el dibujo de los calcetines del personaje secundario? Pues adelante, hazlo. Usa sinónimos, añade un capítulo sólo para describir la ropa del marido de la portera, cuenta sin mostrar que la chica tiene el pelo corto. Es tu historia, tú decides. No hay normas fijas.

Imagen de Erbs55 en Pixabay


Isabel Veiga López

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Dos libros (Volver a entender, A Friend of Dorothy Again), dos marcapáginas, en la arena, al lado de una estrella de mar.

2 Comentarios

  • Iramesoj

    Es un consejo interesante y muy habitual. Cuando comencé a mostrar mis textos en la red es el primero que me dijeron, poniéndome un ejemplo con un texto mío, que comenzaba así:

    «Amara era la más fuerte de su poblado. En una ocasion, una mujer más grande que ella intentó robarle un conejo y fue tumbada de un solo golpe”

    Me dijeron que lo había contado, y que lo tenía que mostrar, hice caso y el texto se hizo más rico pues al hacerlo tuve que desarrollar más la idea intento de robo+pelea, para lo que cree a un nuevo personaje, la ladrona del conejo (antes no tenía ni nombre) y acabó siendo un personaje clave para la historia.

    De todos modos, también me he topado con gente que opina que es un consejo tonto, pero a mí me ha resultado valioso. Claro que como casitodo en el arte, se han de contemplar excepciones.

    • Isabel Veiga López

      Como cada consejo, cada uno debe decidir si le sirve o no, si se adapta a su estilo o no. Por eso, siempre termino diciendo que cada uno haga lo que quiera. Yo creo que mostrar enriquece más que contar, pero depende del contexto. Y tampoco hay que abusar. Mostrar al personaje principal el buena idea, pero al vecino que aparece únicamente en un párrafo no hay que mostrarlo porque no tiene relevancia. Todo esto es mi opinión, claro. No pretendo sentar cátedra.

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