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Amarga y feliz victoria
Se marchó. Después de mucho tiempo luchando por su relación, se marchó. No hubo enfados, ni lágrimas, ni explicaciones. Sencillamente, cogió sus recuerdos, sus pedazos, los puso alejados del corazón para que no doliesen más y emprendió el camino. Siempre había pensado que cuando llegase ese momento iba a estar confusa y triste; se sorprendió al comprobar que sólo la tristeza aparecía. No había confusión, ni siquiera había preguntas porque, en el fondo, ella siempre había sabido lo que estaba pasando y lo que tenía que pasar. Después de unas horas pensando en lo que había ocurrido, se sintió mejor, más ligera de emociones, con menos peso en el alma…