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El susurro
Acerca su boca a mi mejilla fingiendo un beso de amigo. Sus labios me acarician furtivamente y dejan sus palabras en mi oído con un tenue susurro, «te deseo». Se regodea en cada sílaba, sin prisa. Sus dedos coquetean con los míos, a escondidas, en un instante efímero, mientras decido cómo reaccionar. Miro alrededor, confiando en que nadie se haya dado cuenta de la situación. No puedo hacer nada por disimular la emoción en mi piel, que espera otro roce, un simple roce clandestino que la devuelva a la vida. Nadie más debe saberlo porque no soy una mujer libre. Soy el fruto prohibido, la tentación anulada por los años…